
La reciente cosecha de soja de Argentina batió récords. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires informó una cosecha final de aproximadamente 50,3 millones de toneladas en 2025, un aumento del 15% respecto al promedio de las últimas cinco temporadas.
Rendimientos excepcionales (~29,7 sacos de 60 kg por hectárea) han inundado los mercados globales con soja argentina. Este auge posiciona a Argentina como alternativa a los exportadores tradicionales, atrayendo compradores que buscan un suministro confiable en medio de las tensiones comerciales entre EE. UU. y China.
Para contextualizar, Argentina es uno de los mayores exportadores de soja del mundo, por lo que estos volúmenes tienen un impacto global desproporcionado.
La Crisis Se Agrava

Los agricultores estadounidenses de soja están tambaleándose. En Dakota del Norte, el presidente de la ASA, Josh Gackle, estima pérdidas de $100–$150 por acre, sumando más de $400,000 en una finca promedio de 2,300 acres este año. Estas pérdidas se producen en un contexto de márgenes ya ajustados y costos crecientes de insumos.
Los grupos del sector advierten de una crisis rural: la American Farm Bureau reportó un aumento del 55% en las bancarrotas agrícolas en 2024. Los productores dicen que nunca han visto algo igual.
Con tan poco margen de ganancia, muchos ahora se preguntan cuánto tiempo más podrán sostener estas operaciones.
Contexto Histórico

El dominio de China en el comercio de soja no tiene precedentes. En los últimos cinco años, China ha importado alrededor del 61% de la soja comercializada mundialmente por volumen, mucho más que cualquier otro país.
Históricamente, los agricultores estadounidenses enviaban grandes proporciones de su cosecha a China, pero esa situación se ha invertido. A principios de 2025, mientras las ventas estadounidenses se estancaban, China reservó un récord de 2.474 millones de bushels de Brasil (aproximadamente el 76% de las exportaciones brasileñas hasta agosto).
Los patrones comerciales de larga data se han revertido: Sudamérica está cubriendo la demanda que antes satisfacían los productores estadounidenses. Los economistas afirman que esto es una redistribución dramática de la cuota de mercado global.
Expansión Regional

Sudamérica está expandiendo agresivamente la producción. La cosecha de soja de Brasil ha aumentado aproximadamente un 40% desde 2017 – de unos 4,5 a 6,3 mil millones de bushels en 2024/25 – debido a más superficie sembrada y altos rendimientos. Los productores argentinos también han incrementado las siembras, llevando el área de soja de ~15,9 millones a más de 17,1 millones de hectáreas en las últimas temporadas.
Estas tendencias permiten que Argentina y Brasil apunten a los mercados de exportación a gran escala.
Las cosechas y áreas sembradas más grandes indican una presión sostenida sobre la cuota de mercado estadounidense: más superficie sudamericana se traduce directamente en más soja exportable compitiendo por compradores globales.
Punto De Inflexión

La noticia de la semana pasada marcó el punto de inflexión. El 23 de septiembre, los compradores chinos se apresuraron a adquirir soja argentina después de que Buenos Aires suspendiera abruptamente su impuesto a la exportación del 26% sobre la soja en grano. Los informes indican que al menos 10–15 cargamentos Panamax (650–975 mil toneladas) se reservaron para entrega en noviembre, con primas de $2,15–$2,30 por bushel sobre los futuros de Chicago.
Esta medida sorprendió a los agricultores estadounidenses. Un operador comentó: “Estos acuerdos se cerraron anoche tras la decisión de Argentina… Claramente significa que China no necesita la soja estadounidense”.
El desarrollo perjudicó de inmediato a los productores estadounidenses y subrayó la rapidez con la que pueden cambiar los flujos comerciales.
Impacto Regional

En el Medio Oeste de EE. UU., las consecuencias fueron inmediatas. Dakota del Norte – que normalmente enviaba grandes volúmenes a China – vio caer los precios en picada. Como señaló Josh Gackle, los elevadores estatales se están llenando rápidamente, con el almacenamiento “sintiendo el golpe” mientras los agricultores buscan dónde guardar la soja destinada a los mercados asiáticos.
Con pocos compradores, las granjas enfrentan un problema difícil: almacenamiento desbordado. Los terminales de grano desde Minnesota hasta Ohio reportan estar casi al máximo, convirtiendo esta cosecha en un desafío logístico.
Ahora los agricultores deben elegir entre vender con grandes pérdidas o pagar por almacenar la soja, lo que tensiona las economías rurales.
Historias Humanas

Los propios agricultores expresan una creciente desesperación. El productor de soja de Indiana Brian Warpup dijo a CNN: “Con la cosecha aquí, la paciencia puede estar agotándose” mientras los precios caen bajo la presión china.
En Iowa, el presidente de la ASA, Josh Gackle, afirma: “nosotros, como agricultores estadounidenses, estamos atrapados en una discusión geopolítica mayor”. Más al sur, el agricultor de Kentucky Caleb Ragland – también presidente de la American Soybean Association – advierte que sin un acuerdo comercial, los productores están “viendo cómo se escapan oportunidades clave”.
Sus comentarios subrayan la rapidez con la que la ansiedad se ha extendido en el terreno, desde los campos hasta las mesas de las familias agrícolas.
Reacción Del Mercado

Los mercados reaccionaron violentamente. En Asia, los mercados de futuros de Dalian en China cayeron – tanto los contratos de harina como de aceite de soja bajaron alrededor de un 3,5% – tras el anuncio argentino. Los futuros de soja en Chicago también tocaron mínimos de varias semanas ante la expectativa de una avalancha de oferta sudamericana.
Mientras tanto, los precios de exportación brasileños se mantuvieron inusualmente altos: Fastmarkets informa primas de alrededor de $2,00 por bushel sobre Chicago.
Esta fortaleza inusual refleja un suministro global ajustado: la demanda china y los mandatos de biocombustibles de Brasil están absorbiendo la soja sudamericana. En conjunto, los mercados de materias primas ahora se preparan para más oscilaciones.
Tendencias Globales

Las tendencias subyacentes están remodelando la oferta global. En Brasil, una ley de agosto de 2025 elevó la mezcla obligatoria de biodiésel del 14% al 15% (B15), destinando 700.000 toneladas adicionales de aceite de soja a la producción nacional de biocombustibles.
Esa demanda interna significa menos aceite disponible para exportación. Mientras tanto, en China, la soja brasileña cara y la débil demanda interna han reducido los márgenes: las plantas de trituración en Rizhao (el mayor centro oleaginoso de China) registraron márgenes negativos a finales de septiembre.
En conjunto, estos cambios de política y presiones de demanda están ajustando la oferta global, manteniendo primas altas a pesar de cosechas abundantes.
Alivio Fiscal De Emergencia

El decreto del presidente Milei fue la sorpresa. El gobierno argentino anunció el 22 de septiembre una suspensión temporal de los impuestos a la exportación de soja (y otros granos), vigente hasta el 31 de octubre o hasta que se exporten $7 mil millones.
Esto eliminó de inmediato el gravamen habitual del 26%, haciendo la soja argentina más barata que la brasileña. Los críticos advirtieron sobre un exceso: un funcionario de una federación dijo que estaba “claro… esto es una medida de emergencia” y podría inundar el mercado.
Buenos Aires hizo su soja inmediatamente competitiva, demostrando el poder de la política agrícola para alterar los flujos comerciales.
Frustración En El Sector

El impacto psicológico en los agricultores se volvió imposible de ignorar. Los líderes del sector señalan que los agricultores estadounidenses ya sufren tasas elevadas de suicidio, y temen que el estrés adicional de esta crisis agrave esa tendencia.
La ansiedad es alta en la América rural: campos de soja sin vender contrastan con billeteras vacías y preocupaciones por las deudas.
Los elevadores de grano que normalmente bullen de actividad están inquietantemente silenciosos. Muchos productores hablan abiertamente de frustración – un agente de extensión lo calificó como el periodo más oscuro que ha visto en la agricultura.
Cambios De Liderazgo

En respuesta a estos desafíos, los productores estadounidenses buscaron nuevo liderazgo. En diciembre de 2024, la American Soybean Association eligió al agricultor de Iowa Dave Walton como su secretario, encargándole abogar por unos 500,000 productores de soja estadounidenses.
Walton enfatiza que llevará “la voz del agricultor de Iowa al escenario nacional”, representando a los productores que luchan en medio del caos comercial.
Su elección subraya la esperanza de los agricultores de que la experiencia y la unidad ayuden a superar esta crisis. Walton se une a otros líderes agrícolas para presionar a Washington por alivio y soluciones de mercado.
Esfuerzos de recuperación

La agenda de Walton resalta dónde ve oportunidades la soja estadounidense. Dijo a sus colegas que sus prioridades incluyen las normas sobre pesticidas, regulaciones de herbicidas de la EPA y, especialmente, la política de biocombustibles.
La ASA impulsa que la soja estadounidense sea “el proveedor preferido de materias primas” para combustibles renovables.
Esto implica presionar por mandatos internos sólidos (usando nuevos créditos fiscales para biocombustibles) para absorber el aceite de soja. Al orientarse hacia el sector de biocombustibles, los agricultores estadounidenses buscan construir un mercado interno rentable. Por ejemplo, muchos presionan para aumentar el Estándar de Combustibles Renovables y asegurar que la soja estadounidense se use en biocombustibles.
Perspectiva Experta

De cara al futuro, los expertos solo ven alivio condicionado. Johnny Xiang de AgRadar señala que si Washington y Pekín llegan a un acuerdo, los compradores chinos “podrían reanudar las compras estadounidenses en el cuarto trimestre, ya que los precios son favorables sin aranceles”.
Ese escenario ciertamente ayudaría. Pero sin acuerdo, China ya ha cubierto el faltante desde Sudamérica – datos recientes muestran que reservó aproximadamente el 15% de sus necesidades de noviembre de Brasil antes de la cosecha estadounidense.
Los agricultores estadounidenses podrían tener que vender la soja de este año a precios deprimidos a menos que surjan nuevos compradores.
Preguntas Para El Futuro

A medida que avanza la cosecha de maíz y soja en EE. UU., los agricultores enfrentan decisiones difíciles de comercialización. Los silos se llenan rápidamente y muchos deben decidir si venden a precios históricamente bajos o pagan por almacenar la cosecha.
La soja argentina ahora compite directamente con la oferta estadounidense. AgroLatam informa que Argentina está “lista para captar más del mercado chino”.
Sin un acuerdo comercial, los analistas advierten que EE. UU. corre el riesgo de perder cuota de mercado a largo plazo y de ver reducido su poder de fijación de precios. Incluso si mejoran las relaciones, no está claro si los productores estadounidenses podrán recuperar fácilmente los mercados perdidos esta temporada.
Implicaciones Políticas

Los observadores notan un patrón más amplio: los gobiernos latinoamericanos están usando la política comercial para ganar terreno en los mercados estadounidenses. Al suspender rápidamente los impuestos a la exportación, Argentina obtuvo una ventaja a corto plazo y dólares muy necesarios.
Esta maniobra muestra el nuevo papel de la agricultura en la geopolítica. Al igual que los aranceles en 2018, los impuestos a la exportación son ahora palancas estratégicas.
Los economistas afirman que estas medidas han convertido los alimentos básicos en otra herramienta diplomática, mientras las naciones buscan asegurar suministros e influir en el destino de las cosechas.
Efectos Internacionales

Los efectos globales son evidentes. El giro de China hacia Sudamérica representa un cambio fundamental: en 2024, Brasil suministró el 71% de las importaciones chinas de soja, un fuerte aumento respecto a años anteriores.
Ese dominio no pasa desapercibido para los negociadores: los exportadores latinoamericanos ahora negocian (por ejemplo, con la UE) desde una posición de fuerza.
Al mismo tiempo, la creciente cuota de la soja sudamericana desafía décadas de supremacía estadounidense en Asia. La nueva alineación sugiere que los países del Mercosur profundizarán lazos con China y entre sí, remodelando las redes de comercio agrícola.
Perspectiva Ambiental

No todo el crecimiento ha sido a costa de los bosques. Los agricultores brasileños siembran cada vez más en pastizales. Embrapa, la agencia de investigación agrícola de Brasil, estima que unos 28 millones de hectáreas de pastizales degradados podrían convertirse en tierras de cultivo sin tocar el bosque nativo.
Esta estrategia, impulsada por altos rendimientos y demanda de biocombustibles, convierte antiguos pastizales del Cerrado en campos productivos.
Los observadores afirman que este enfoque aumenta la producción de forma sostenible, satisfaciendo la demanda sin nueva deforestación amazónica. Con el tiempo, podría transformar el uso global de la tierra al enfocar la expansión en antiguos pastizales.
Cambio Cultural

Esta crisis ha alterado la cultura agrícola estadounidense. Agricultores que valoran la autosuficiencia ahora miran con recelo el apoyo gubernamental. El productor de Ohio y activista republicano Chris Gibbs lo resumió así: “Lo que menos quieren es acudir al gobierno por un rescate.
Y aquí estamos otra vez”. Su comentario – repetido por muchos – revela un choque cultural: el orgullo por la independencia choca con los reiterados pedidos de ayuda federal.
Esa tensión resalta el costo social de la guerra comercial: obliga a una generación de agricultores y ganaderos a reconsiderar valores profundamente arraigados.
Reflexión Más Amplia

La medida de Argentina en septiembre dejó algo claro: la política agrícola es un arma estratégica. La suspensión del impuesto a la exportación de Buenos Aires redujo instantáneamente los precios globales y llevó a los importadores chinos a cambiar de proveedor.
Como señala Reuters, los industriales locales ven el recorte como una invitación abierta: “anima a China a comprar la soja argentina”. La rapidez de la respuesta china demuestra que la seguridad alimentaria – no solo la economía – ahora impulsa las grandes decisiones de compra.
Décadas de rutas comerciales estables pueden reescribirse de la noche a la mañana cuando los países usan la política agrícola para perseguir objetivos estratégicos.